Leydi Lavadores &
Santiago Navarrete
“Sabemos que todo va conectado. No se puede modificar solo un comportamiento de alimentación, sin cambiar el estilo de vida en general, reduciendo el consumo de azúcar, sal y grasas, además de aumentar nuestra actividad física”.
Leydi Lavadores es originaria de Oxkutzcab, Yucatán, México, pero hace 14 años vive en Estados Unidos, en donde ha formado una familia. Seis años atrás, el esposo de Leydi fue diagnosticado con riesgo de enfermedad cardiovascular. Los valores de colesterol estaban en el límite de lo considerado sano, por lo que el médico dio la alerta; además, sus padres padecen de diabetes e hipertensión. El médico solo recomendó cambiar la dieta.
Leydi es la que cocina y quien ha modificado las recetas para hacerlas más sanas. “El k’éek’en (puerco, en maya yucateco) es algo esencial en nuestra dieta yucateca, seguido por la carne de res y el pollo. Hemos cambiado, entonces, nuestro consumo a carnes blancas, incluyendo un poco de pescado, aunque es algo a lo que no estamos acostumbrados. Los frijoles tradicionales se cocinan con la pata de puerco y el cuerito -la grasa que se come con las tortillas-. Ahora los frijoles los hago con carne muy reducida en grasa”, dice.
Leydi comenta que al principio fue difícil que la familia se acostumbrara, pues la comida sabía diferente. El cambio se propició para toda la familia y, poco a poco, se fueron acostumbrando a la nueva sazón, que incluía menos grasa animal (manteca de puerco) y menos aceite, en general. “Para el guisado, se sofríe la cebolla con el aceite y se agrega el epazote para que le dé sabor. En los tamales ya no se usa manteca; ahora se utiliza aceite”, agrega.
Con esto vino también la reducción en el consumo de sal y el consomé, que mucha gente agrega para resaltar el sabor de nuestras comidas, pero esto no es algo saludable para la presión arterial, ya que predispone al padecimiento de hipertensión.
“Ahora es muy fácil reconocer cuándo una comida no es sana, ya que te causa un poco de disgusto el consumirla. Eventualmente se hace, pero ya no es con la misma frecuencia”, comenta Santiago Navarrete, hijo de Leydi, quien ha aprendido a cocinar con ella y con su abuela.
Leydi considera que es importante que las futuras generaciones conserven no solo las tradiciones, sino también modifiquen hábitos que pueden poner en riesgo la salud. Luego del taller de nutrición, los hábitos de alimentación de la familia Navarrete-Lavadores se reforzaron, pues ya no compran refrescos, algo que era muy común en su casa.
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