Cindia Martínez
“No solamente vienes a trabajar. Vienes a estar mejor en todo sentido; y esto tiene que ser generacional. Venimos a vivir y no a sobrevivir en este país”.
Cindia Martínez nunca ha dejado de confiar en sus capacidades y, por ese motivo, mantiene una enorme pasión por todo lo que hace. “Las dos herramientas más importantes para llegar a ser un líder son: informarse y convertirse en un ejemplo para nuestros hijos, familia y comunidad”, afirma con convicción.
Ella es originaria de Acapulco, Guerrero, México, y se identifica como una mujer afro-latinx. Es una orgullosa madre de dos niños. Su hija mayor, de 18 años, recientemente se mudó a Fresno, California, para dar inicio a su carrera universitaria. Su hijo menor, de 6 años, apenas empieza la escuela. Cuando Cindia llegó a este país, hace cinco años, vino con la ilusión no solo de establecer una familia, sino también de ejercer como profesional de la psicología en educación. A pesar de las barreras como migrante para acreditar su profesión, encontró un camino alterno: ser promotora comunitaria, experiencia que le ha permitido abogar por ella, su familia y las necesidades de su comunidad.
Su objetivo como promotora está basado en sus experiencias, como ser madre soltera, inmigrante, de clase trabajadora y vivir en un código postal desfavorecido. De esta cuenta, ella busca motivar a las familias para que no tengan miedo a hacer uso de los recursos disponibles para ellos. La constante búsqueda de recursos para su familia y su comunidad, le han hecho confirmar que las desavenencias y los obstáculos traen oportunidades.
Cindia ha sido parte de diversas organizaciones de base comunitaria. El Instituto Familiar de la Raza fue la primera agencia en donde se pudo desempeñar como promotora. Luego, siguieron otras como Visión y Compromiso, MEDA y The Good Samaritan. La lista que cada vez se hace más grande. Poco a poco ha estado incorporándose al tema de salud y actualmente dirige la Ventanilla de Salud del Consulado de México, en San Francisco, donde su rol es el de buscar a los aliados que pongan en contacto a su comunidad con los servicios de salud locales, en la prevención y tratamiento de enfermedades crónicas.
Cindia informa a la comunidad más vulnerable con diversos mensajes claves de salud. A raíz de su trabajo, ha aprendido que el cuerpo, que en ocasiones lo exponemos al desgaste extremo, necesita ser atendido. “Así como cuidamos de las cosas que con esfuerzo compramos; dormir bien, alimentarse sanamente, organizar nuestros recursos (planeando un presupuesto) y hacer uso de los beneficios a los que tenemos derechos tan solo por vivir en esta ciudad, son parte de este cuidado que tenemos que propiciar por nosotros y nuestra familia”, comenta.
Para esta promotora, la nutrición es algo vital. “Una buena alimentación nos permite enfrentar el día a día, especialmente nos da energía para los trabajos demandantes a los que nos exponemos en este país. Hacerlo de forma adecuada es vital para prevenir las enfermedades crónicas. San Francisco es un buen lugar para ejercitarnos, pues tenemos muchos lugares en donde podemos acceder a una vida sana, incluyendo la alimentación. Además, la información está en nuestro idioma”, destaca.
Cindia recuerda con nostalgia la forma tan sencilla, pero sana, de alimentarse en su lugar de origen. En ese cerro en donde se crio y desde donde podía apreciar el Río de la Sabana, las estrellas, la naturaleza, así como el mangal (árbol de mango) que sembró junto a su abuelo, el limonal (árbol de limón) que estaba al alcance para preparar limonada y las verdolagas ( que se comen con huevo. “En ese tiempo teníamos muchas limitaciones. Vivíamos de esas frutas y vegetales, además de los frijoles que preparaba mi papá, esperando a que mi hermano llevara las tortillas luego de trabajar el día entero para comprarlas. Todo era tan saludable y se reflejaba en nuestra salud, sobre todo en la de nuestros ancianos. Podían considerar que éramos una familia pobre, de escasos recursos, pero con una alimentación de calidad, que nos hacen no apreciar”, enfatiza Cindia. Además, asegura que debemos volver a lo más simple y natural, pues quizá un mangal no esté a nuestro alcance, pero podemos ir a los mercados de los agricultores locales—muchos de ellos de emprendedores latinxs—y disfrutar de estos alimentos.
Quizá no se disponga del tiempo para cocinar una ensalada o un tiempo de comida formal; sin embargo, esa sensación de pelar una fruta, agregarle limón y ensuciarnos la boca con lo que estamos comiendo, nos hace reconectarnos con nuestro origen y tener una alimentación sana, que está al alcance de todos. Preguntarle a nuestros hijos cuáles son sus frutas y vegetales favoritos es una forma de asegurarnos que van a consumirlos, como Carlitos (hijo de Cindia), quien disfruta comer las frutas de la temporada, en este caso las uvas, cuando acompaña a su mamá a hacer las compras en su mercado local: el Farmers Market del Ferry Buildin
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