Carlos Izaguirre


“De forma individual, es necesario ser parte activa de los esfuerzos mundiales para frenar el calentamiento global. Compostar, reciclar, reutilizar y hacer uso responsable de los recursos naturales es importante para asegurar la alimentación de nuestras futuras generaciones”.

Carlos Izaguirre NRS Participant Portrait

Carlos Izaguirre es originario de Ciudad de Guatemala. Es maya q’eqchi por parte de su abuela. “Mi ixa’an (abuela, en maya q’eqchi) fue víctima de discriminación étnica y no pudo preservar su idioma materno o el atuendo tradicional de su región, pero con el tiempo pudo enseñarme no solo a abrazar mis raíces mayas, sino también a cuidar de los recursos naturales de nuestro planeta”, explica.

Carlos vive en San Francisco, California, desde el 2018, cuando se mudó junto a su esposo Rodrigo, de origen Brasileño, por motivos de trabajo. “Desde que visité esta ciudad me sentí conectado a la diversidad de culturas, personas y tantas cosas interesantes que hay por hacer. Lo que más me gustó fue ver cómo la ciudad trata de destacarse como una de las más verdes de Estados Unidos, con un sistema de reciclaje, compostaje y manejo de aguas ejemplar”, comenta Carlos, quien ha trabajado por más de 10 años en comunidades indígenas rurales, combatiendo la desnutrición en niños y mujeres embarazadas, un problema lamentable en Guatemala, en donde casi la mitad de menores de 5 años tienen algún grado de desnutrición.

 

Carlos and Rodrigo NRS Participant

 

Para Carlos, la seguridad alimentaria —tener comida segura y saludable disponible en todo momento y en todo lugar— está conectada directamente con el cambio climático. “Si no cuidamos de nuestros recursos naturales más básicos como el agua y los bosques, nuestras futuras generaciones no tendrán otra opción más que alimentarse con productos industrializados, carentes de los elementos saludables que proveen nuestros cultivos más tradicionales. El impacto lo sufren las personas más vulnerables, nuestras comunidades indígenas en las Américas, de donde se importa la mayor cantidad de vegetales y frutas para este país. Paradójicamente, son comunidades que tienen muy poco acceso a estos alimentos”, agrega con preocupación.

Para él ha sido difícil observar cómo las comunidades se olvidan de las dificultades que sufren sus compatriotas para tener acceso a agua potable y a una alimentación de calidad, además de sobrevalorar la comida rápida a la que no se tenía acceso. También la forma en la que se omite con facilidad la riqueza de su cultura culinaria, basada principalmente en vegetales. Carlos resalta con tristeza la forma en la que el fácil acceso genera el desperdicio de comida, algo que se ha normalizado en este país. “En casa hay una mezcla de tradiciones entre las guatemaltecas, brasileñas y locales. Tratamos no solo de cumplir con el compostaje de los residuos orgánicos, sino también de aprovechar la totalidad de los alimentos que se preparan en el hogar, lo cual indirectamente apoya a nuestra economía”, afirma.

Comer pavo (ak’ach, en maya q’eqchi’) es algo muy estacional en Estados Unidos, pero en los países de Latinoamérica es un alimento que se puede comer prácticamente todo el año. Carlos utiliza los restos del pavo que se consume durante las fiestas de fin de año y prepara, entre otras recetas, el platillo más tradicional de la región originaria de su abuela paterna. “El Kak’ik es la comida más representativa de Cobán, Alta Verapaz, Guatemala. Contiene muchos vegetales locales que se consiguen con facilidad en esta ciudad. Es un alimento completo y sano si evitamos el uso de la piel, pues contiene un tipo de grasa que no es buena para nuestra salud. Este plato se acompaña de tamalitos blancos de maíz, los cuales cocino con aceite en lugar de manteca, con el mismo propósito de evitar las grasas de origen animal”, comparte Carlos, junto con esta deliciosa receta.

 


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