Tayna Cabrera
“Me puse a pensar no solo en mi salud, sino, sobre todo, en la de mis hijos”
Tayna Cabrera lleva 22 años viviendo en Estados Unidos, pero guarda sus tradiciones, mismas que quiere heredar a sus hijos, a quienes les encanta la cocina tradicional yucateca. “Soy Tayna, viuda, madre de dos hijos. Soy de ascendencia maya por parte de mi padre (maya yucateco). Mi abuela materna era cubana. Me encanta mi cultura y la comida típica de mi pueblo. Por eso cocino las cosas que me gustan casi a diario”, dice. Su hija menor tiene inclinaciones por la cocina, por lo que Tayna le está enseñando a cocinar, pero también le está enseñando a utilizar menos azúcar y más condimentos en sus recetas. El pasatiempo favorito de Tayna es escribir y sueña con hacerlo profesionalmente en un futuro no muy lejano.
“Yo tomaba mucha soda y, si no tenía una en el momento de la comida, algo me estaba faltando; hasta 2 botellas de 12 onzas por comida. Si tenía sed, tomaba una soda (con azúcar). Si necesitaba energía, tomaba soda. Llegué a tomar hasta 8 latas de soda al día, y cada vez quería más. No le prestaba atención a mi salud porque me la pasaba muy ocupada, ansiosa -siempre presentía algo-, y eventualmente me dolía la cabeza. Un día se me terminó el café descafeinado y no tuve otra opción que tomar café regular. Así me di cuenta que también la cafeína me estaba haciendo daño”, recuerda Tayna.
Ella no sabía que la diabetes es hereditaria, hasta que se informó. Eso le dio mucho miedo. Empezó a evaluar el consumo de azúcar, sobre todo de soda y dejó de comprarla. De esta manera se percató que no solo ella, sino también sus hijos se estaban acostumbrando al consumo de azúcar, por lo que dejaron de consumirla. Últimamente Tayna ha padecido de presión arterial alta, la cual se relaciona con el sobrepeso derivado por el consumo de soda en exceso. Ahora consume más agua natural o agua carbonatada—sin azúcar—. Además, ha aumentado su actividad física: salir a caminar con su perrito y usar menos el carro, que tuvo que vender debido a la crisis generada por COVID-19.
“Un día de estos, comiendo unos panuchos tradicionales de mi pueblo, se me antojó un refresco, una soda. Alguien me dijo que los refrescos de botella de vidrio tienen menos azúcar, que los que vienen de México son más sanos; sin embargo, al probarla sentí una gran repulsión por el contenido de azúcar en la bebida. He tenido jornadas largas de trabajo, preparando comida. En otro tiempo hubiera mantenido mi energía consumiendo estas bebidas azucaradas, pero esta vez solo preparé una limonada sin azúcar, la cual me refrescó y me dio la energía suficiente para terminar la jornada”, afirma Tayna, quien comparte una bebida saludable que consume frecuentemente con su familia.
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