Erika Sierra
“La información que está al acceso de todos nos hace retomar o considerar nuevos y buenos hábitos de alimentación. Si le ponemos intención y amor a lo que cocinamos, vamos a invitar a nuestra familia y comunidad a que se alimenten mejor”.
Erika Sierra es originaria de Oaxaca, México, al igual que su esposo, quien habla zapoteco, idioma indígena que está tratando de enseñarle a sus hijas. El idioma y la gastronomía son la conexión más grande que tiene con su cultura. Hace 16 años vive en San Francisco, California, en donde ha formado una familia con su esposo y sus tres niñas.
Erika ha buscado mejorar su historial de salud, ya que en su familia han padecido diabetes sus abuelos, su padre y otras tías. “Yo me crie con mi abuelita y ella tenía diabetes. De niña, mi papá nos obligaba a correr. Yo competía. Yo era la que acompañaba a mi abuela al médico, pues tomaba muchas medicinas. Ella se sintió inspirada por sus nietas y poco a poco empezó a correr, hasta incorporarse en una competencia. Ella se dio cuenta que cuando empezó a correr, la diabetes estuvo mejor controlada, al punto de reducir las dosis de medicamentos. Mi abuela tomaba jugo de nopal y tenía, en general, una alimentación balanceada, con un mínimo consumo de azúcar y carbohidratos, sobre todo gueta (que significa tortilla en zapoteco). El cuerpo ya no le dolía, tenía más energía y se sentía sana”, comenta Erika. Lamentablemente su abuelita falleció a los 62 años por otra causa, y no por la diabetes.
Erika se ve inspirada por su abuela, pues fue diagnosticada con prediabetes, algo que le causó mucho miedo, ya que conoce las complicaciones y los daños a los que puede estar expuesta. Ella sabe que lo más importante es tener voluntad y reconoce que el deporte ayuda, porque no solo quita el estrés, sino que mejora la salud en general.
Erika ha retomado la actividad física. Ahora camina y ha buscado el tiempo para hacer zumba y otros ejercicios cardiovasculares. Ha bajado de peso, porque además ha mejorado su alimentación y es consciente de lo que está comiendo, reduciendo el consumo de pan y tortilla. También aumentó el consumo de nisa (agua, en zapoteco). Ella tiene una mejor relación con la comida, toma el tiempo para comer y disfrutar sus platillos, pues antes comía muy rápido y sentía que no se llenaba. La alimentación de ahora incluye más tiempos de comida y es una alimentación con intención: la intención de sentirse saludable.
Erika se ha acercado a líderes de la comunidad y ha aprendido recetas saludables que hace para su familia. Son comidas nutritivas que nos llenan, nos sustentan y nos acercan a otras culturas. Por ejemplo, sustituir el arroz por la quinoa. Se puede preparar quinoa con pollo o en diversos tipos de ensalada. Modificar recetas tradicionales sustituyendo ingredientes por algo mucho más sano. Asar en lugar de freír, o solo al vapor. “La familia se acostumbra a comer bien y ya no hay vuelta atrás”, dice Erika. Ella le ha dado valor a la comida que prepara. Sus hijas y su esposo han aprendido con ella. Su esposo ya comía de forma saludable, ya que viene de un pueblo en donde tradicionalmente comen de forma muy sana: el mole o el amarillo son platillos que aún se consumen en casa.
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